Picasso & Lump


El 19 de abril de 1957, el fotógrafo David Douglas Duncan acudió a La Californie, la residencia de Picasso cerca de Cannes. Pretendía fotografiar al pintor en su ambiente familiar y de trabajo. Iba acompañado, como en tantas ocasiones, por su teckel Lump. 
"Lump y Picasso se encontraron aquel día por primera vez. Fue amor mutuo", reconoció Duncan, "Tras su primera exploración de La Californie, Lump me dijo adiós a mí y a Roma, y desde ese momento se convirtió en residente permanente del hogar de Picasso".


Ese mismo día, se sentaron a almorzar junto a Jacqueline Roque, la segunda mujer de Picasso. Mientras el pintor fumaba en su silla, el perro se le subió al regazo y comenzó a darle lametones. Picasso preguntó a Duncan si alguien le había dedicado alguna vez a Lump un plato. El fotógrafo dijo que no. El malagueño tomó entonces el plato sopero que tenía delante y, utilizando un pincel y pintura negra, realizó un retrato del perro.

 
Lump se adaptó bien a convivir con las otras mascotas de Picasso: un bóxer llamado Yan y una cabra llamada Cabra. El pintor se encariñó con Lump, como muestran las fotografías que Duncan tomó de ambos durante su estancia en La Californie, recogidas en el libro de 2006 "Picasso & Lump: A Daschhund’s Odyssey". Una de las imágenes más simpáticas muestra a Lump junto a un conejo de cartón recortado por Picasso, que sonríe mientras juega con el perro.