Malas noticias

La semana pasada recibí un par de llamadas y un email comunicándome malas noticias. Me hablaban de la muerte de tres perros muy importantes (por razones distintas) en la vida de personas a las que estimo. Cuando el tercer amigo me llamó para decirme que uno de sus perros acababa de morir, él no sabía que el día de antes ya me habían "machacado" con otros disgustos como el suyo. Me quedé helado, sin saber que decirle, casi no podía creer que una racha tan lamentable se estuviera produciendo sólo por azar.
Esto de vivir entre perros, te acerca y te recuerda constantemente las cosas importantes de la vida. La enfermedad y la muerte se nos presentan a cualquiera de nosotros, con una frecuencia mucho mayor de lo que les sucede a las personas que no tienen relación con ninguna otra especie del mundo animal. 
Siempre me ha parecido que tener que enfrentarme con mayor frecuencia a este lado más triste de la vida, me ha formado como persona y ha enriquecido mi existencia.
Me parte el corazón ver morir a uno de mis perros. Sigo llorando como lo hice la primera vez cuando tenía ocho años, pero por nada del mundo me arrepiento de haberlos tenido.
Espero seguir sufriendo estos disgustos muchos años más.